Pemex no detalla impacto ambiental tras una falla eléctrica en la Refinería Miguel Hidalgo que provocó un nuevo derrame en el río Tula
Una nueva contingencia ambiental se suma al historial de Petróleos Mexicanos (Pemex) tras el derrame de hidrocarburos en el río Tula, presuntamente provocado por una falla en el suministro eléctrico de la refinería Miguel Hidalgo, la noche del pasado sábado 11 de octubre.
De acuerdo con un comunicado emitido por la empresa pública, se activó el Plan de Respuesta a Emergencias (PRE) “de manera inmediata” y se trabaja en conjunto con Protección Civil y el Cuerpo de Bomberos del municipio para recuperar la emulsión de agua contaminada con hidrocarburos.
Sin embargo, más allá del protocolo institucional, la empresa no ha detallado la magnitud del derrame ni los niveles de afectación al ecosistema.
Pemex aseguró que “no existe riesgo para la salud de la población” y que se mantiene un “monitoreo constante” para garantizar la seguridad y protección del medio ambiente. No obstante, habitantes de la zona han expresado en ocasiones anteriores su preocupación por la falta de transparencia y la frecuencia con la que estos incidentes ocurren.
Este nuevo evento se suma a una serie de fallas operativas y accidentes que han puesto en entredicho la capacidad de Pemex para operar de manera segura, especialmente en una refinería como la Miguel Hidalgo, que ha sido objeto de múltiples señalamientos por su deteriorada infraestructura.
A pesar de que la empresa afirma haber mantenido informadas a las autoridades, no se ha hecho público un reporte técnico del incidente ni se han ofrecido explicaciones claras sobre las causas de la falla eléctrica que originó la fuga. Tampoco se ha especificado si habrá sanciones, reparaciones ambientales o indemnizaciones a las comunidades potencialmente afectadas.
Mientras Pemex busca tranquilizar a la opinión pública con declaraciones que subrayan la “no peligrosidad” del derrame, persiste el cuestionamiento sobre si se están tomando las medidas necesarias para evitar que estos incidentes dejen de ser una constante en sus operaciones.
Una refinería con demasiado impacto ambiental
Considerada por ecologistas y por el propio exsecretario de Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo, como uno de los seis “infiernos ambientales” del país, la cuenca de Tula es un territorio marcado por décadas de descuido industrial y políticas permisivas. La contaminación en la zona no sólo se percibe: se respira.
Desde más de un kilómetro de distancia se huele el aire denso, cargado de compuestos tóxicos, y se observan a lo lejos columnas de humo grisáceo y ocre que se aferran al cielo como heridas abiertas. En el corazón de este paisaje distópico, la refinería “Miguel Hidalgo” opera como una de las cámaras más activas de ese infierno.
El impacto de esta concentración industrial no se queda en los límites de Hidalgo. Los vientos dominantes, que soplan del norte hacia el sur durante casi todo el año, arrastran contaminantes directamente hacia el Valle de México. Diversos estudios advierten que hasta un 18% de los eventos de alta concentración de dióxido de azufre registrados por la Red de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México tienen su origen en Tula.
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